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La Hominización del hombre en la ciencia, y la intervención de Dios

Actualizado: 21 jul 2020

Se inicia, con una antropología científica con B. Fr. Skinner; para él, el hombre más que un efecto, de una creación específica, está en función de una historia genética, donde las contingencias ambientales, desempeñan un papel decisivo. Así, se explica su dimensión Bio-psíquica. Llega a esta conclusión, aplicando a la conducta humana, técnicas de laboratorio animal.


Otro, es el pensamiento de P. Telhard de Chardin, que partiendo de una encuesta científica de la realidad, ha sabido hacer paleontología, una verdadera ciencia antropológica, donde se describe la historia de la humanidad, como porvenir abierto. En orden diferente, se inscriben los proyectos de E. Mounier y de P. Ricoeur. El primero, se propone una reestructuración de la sociedad, en todos sus niveles, partiendo de una visión crítica, de los valores perennes del hombre, en cuanto ser personal. El segundo, preocupado por todo lo humano, intenta comprenderlo, desde los símbolos, y sistematiza existentes fundamentales, como alineación, culpabilidad, situación, corporeidad.


F. Ebner, es poco conocido, pero su estructuración metodológica, de la antropología, basada en la sustitución del esquema clásico sujeto-objeto, por el de apelación-respuesta (yo - tú), hace de la relación dialógica, el constitutivo esencial de la persona humana, capaz de abrirse a lo trascendente que la llama. Max Scheler, fundador de la antropología filosófica, hace del hombre un proceso escalonado, donde se conservan, integrándose los distintos niveles del ser vivo.


La dimensión teologal, y trascendente del hombre, es punto central del pensamiento de K. Rahner, de cuya teología puede decirse, que es antropología que se trasciende a sí misma, esto es, como trascendental apertura al ser. En este punto, haré una pausa antes de continuar mencionando, a los científicos y filósofos, que discurren en el tema de la hominización; para tratar un poco más el pensamiento de Karl Rahner, filósofo y teólogo alemán, considerado el autor católico más importante de nuestra época.


Ciertamente, en la dificultad de todos los procesos mostrados, por la evolución o por los cambios acaecidos en el hombre, a través del tiempo; K. Rahner nos muestra, que fuera de ello se encuentra la experiencia de lo espiritual, que el hombre se abre a la trascendencia en el mundo, la comunión con otros, y con Dios, lo inmanente con lo trascendente, la fe y la razón, en diálogo, en la cultura de la cual más adelante mencionaré. Rahner, así nos muestra, una antropología trascendental e integral, de carácter personalista. El ser espiritual, persona en la vida real, el ser humano es espiritu en el mundo, que está abierto a la trascendencia.


El hombre, en el proceso que hubiese podido tener, siempre tuvo esa apertura a lo trascendente, a aquello que en su vida cotidiana, era fijar la atención en lo Absoluto; en aquello que a través de toda su existencia, y de la historia de la salvación, acompañaría su vivir, siendo esta, la base moral de su evolución espiritual, abierto a la Gracia y a la Revelación de Dios; el hombre escucha su Palabra, y la obedece. Esta es la presencia de un Dios creador, que acompaña al hombre en el proceso continuo de cambiar, en la comunión del amor, del amor de Dios y el amor al prójimo.


Dando continuidad, además, de los mencionados se tiene a S. Freud, y su pensamiento antropológico, la antropología hermenéutica de P. Ricoeur, la antropología dialógica de F. Ebner, la antropología estructural de Cl. Lévi-Strauss, la antropología cultural, y el estudio general del hombre de José L. García García.


El proceso de la hominización, es el nombre que reciben los cambios físicos que van a determinar la aparición de la forma humana. Son fundamentalmente dos: la postura erguida al andar y el proceso de cerebralización, ósea, el aumento en el tamaño y circunvoluciones del cerebro. Ahora, se debe indagar en el sentido filosófico del problema, para ello, se hace una comparación entre el hombre y el animal, para así determinar lo irreductiblemente "humano" en el hombre.


Es decir, que con la comparación del hombre con el animal, podremos ver lo verdaderamente humano en él, y de esta manera poder establecer, el proceso de hominización, ocasionado en el hombre, las características que separan el uno del otro, y la forma como este ha llegado hasta la actualidad. "Cuando veo tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides?. Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y esplendor; señor lo hiciste de las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies" (Sal 8, 5-7).

Pero, antes de determinar lo verdaderamente humano en el hombre, con la comparación de éste, con los animales, prestemos cuidado a la cita bíblica del libro de los Salmos, citaba en el párrafo anterior; donde se muestra el poder creador de Dios, pero también, su solicitud para con el hombre, al acordarse de él, es decir, de acompañar su existencia desde el principio, dándole claramente en lo referido atributos divinos, inferiores, pero cualidades al fin, que le harán diferente, y por lo tanto, superior en todo lo creado, cosa que en efecto incluye a los animales.


La independencia, con respecto al mundo, significa que el ser vivo, usa los elementos que encuentra, para construir en su entorno una vida con acciones propias. Cencillo dice:


Estar vivo significa en lo que decía Aristóteles, el hombre siempre busca conocer, en esto, y en el hecho de razonar, son características en las diferencias del hombre con el animal y que permitió que este logrará el proceso de hominización.

De esto, se define que la manera de dar respuestas, es radicalmente distinta, en el hombre y en el animal. En el numeral 1730, del Catecismo de la Iglesia Católica dice: 


Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. 'Quiso Dios dejar al hombre en manos de su propia decisión' (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a él, llegue libremente a la plena y feliz perfección.

Y en Gaudium et Spes numeral 17 dice: "El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 4, 3).


Es determinante lo mencionado en el Catecismo de la iglesia Católica, donde es claro el caso de un hombre que se muestra y es racional y libre. En la Gaudium et Spes, constitución pastoral del Concilio Vaticano II, donde trata de la Iglesia en el mundo contemporáneo, en su numeral 17 ya citada en el párrafo anterior, reafirma la racionalidad del hombre, y asevera su semejanza con Dios, y su condición de libre. El hombre es un ser racional, que piensa sus acciones, en la base que corrobora lo moral, en Dios.


Ahora bien, el árbol también tiene sus diferencias, a su vez con el animal, puesto que este permanece sujeto al suelo, tras que el animal puede moverse y conseguir sus alimentos, en algunos se haya una mejor sensibilidad o la verdadera sensibilidad. El hombre, en efecto posee una mayor sensibilidad, y por lo tanto, siente de manera clara la realidad, que comparte con el animal, pero que a diferencia del animal, que es otra característica importante, es que la entiende; es decir, las razona; en lo que se mencionó anteriormente, es buscar lo irreductible que lo separe del animal, entonces, así, se tiene la inteligencia.


Con lo referido anteriormente, se enfatiza en el problema de la hominización. Con la hominización, no es el paso del animal al hombre, otra característica importante; no es por lo sensible, capacidad que ambos poseen, sino, por la inteligencia que permite al hombre, de aprehender las cosas, y de enfrentarse a ellas como a realidades. La hominización, es la evolución de homínidos prehumanos, a homínidos humanizados. Se puede decir, sin duda, que la hominización, es dada por la evolución distintiva del cerebro, quizás, como mencionan algunos científicos, por una mayor oxigenación, dada por el planeta o por lo cambios alimenticios, de comidas crudas a comidas cocidas, quién sabe; pero lo que si es claro, que la inteligencia viene a dar la diferencia, en las más importantes características del hombre, en su proceso de hominización.


Pero, también se tiene que quienes rechazan la evolución, reclaman lo referido, lanzando la siguiente pregunta, planteándola como un problema en el proceso de hominización: ¿Cuando se da el paso de la inteligencia a la razón? Sin duda, viene a ser una de las preguntas más comprometedoras, pero no difícil de responder, puesto que esto, no es algo por lo cual se deba tener un reloj, o calendario para establecer el cuándo, sino que el mismo se manifiesta, cuando se muestra en el hombre la madurez para ello. Como se nota, se tienen varias características claras en la hominización, pero también, problemas que se ven resueltos, cuando se hacen comparaciones importantes, con otros seres vivos.


Antes de avanzar, en lo concerniente a la Evolución Biológica, y a la Evolución Cultural, hagámonos la pregunta de: ¿Qué es la evolución? La evolución, es una teoría explicativa, no es un hecho, pero la firmeza de la doctrina creativa, se apoya en una multitud innumerable de índices convergentes. Cita, Jaime Tunio Ángulo, en su libro "Antropología Filosófica" a Kuhn en su libro "Estructura de las Revoluciones Científicas", que dice: "La evolución puede ser considerada como un paradigma de la ciencia. Un paradigma, es una estructura mental, consciente o preconsciente, que sirve para clasificar lo real antes de estudiarlo a fondo". Lo cierto, es que no puede negar la convicción, de los datos científicos, en la validez de la evolución.



La evolución biológica, enuncia una serie de formas, no observadas e inobservables como conjunto; no posee evidencia sensible, y su negación no es una contradicción. "De modo que empezó a tomar de su fruto y a comerlo. Después dio de este también a su esposo cuando él estuvo con ella, y él empezó a comerlo. Entonces se les abrieron los ojos a ambos, y empezaron a darse cuenta de que estaban desnudos" (Gn 3, 6-7). La historia del hombre, comienza gracias al proceso evolutivo, dentro del cual el ser humano se distingue de la naturaleza, se le abren los ojos, y empieza a saber. En este sentido, no importa cuándo nace el hombre, con todas sus características que lo diferencian, de los demás animales, sino, como es que se diferencian de los demás criaturas, es decir, cuáles son los atributos específicamente humanos.


Manifiesta Fromn (1953):


Pero el hombre surge dotado de nuevas cualidades, que lo diferencian del animal; la advertencia de sí mismo como entidad separada; su capacidad para recordar el pasado, vislumbrar el futuro, y denotar objetos y acciones por medio de símbolos; su razón para concebir y comprender el mundo, y su imaginación a través de la cual llega más allá del alcance de sus sentidos. p. 52.

Sin duda, se denota con lo mencionado por Fromn, que el hombre en lo biológico, ciertamente vive cambios físicos importantes, como pararse erguido, el uso del pulgar etc. Pero, el hombre más allá, del uso de su cerebro, con una inteligencia superior, con la memoria que le permite tener un pasado, un presente impregnado de este, y así fijar un futuro, que desarrolla en su mismo presente, porque recuerda, y de esta manera concibe el tiempo, las recuerda al paso de este, y concibe una realidad más clara que del resto de los seres vivos.


Hay muchas maneras, de concebir el modo de hacer cultura, y esta lleva a considerar la antropología filosófica, a la que también se podría llamar antropología cultural, como ha señalado acertadamente Marín (1997):


El hombre se realiza en la cultura, y lo que los hombres piensan de sí mismos, lo que hacen, sienten, producen o inventan, y las historias con las que se lo cuentan entre sí, o los objetos materiales en que lo expresan, y se depositan en las tradiciones como memorias históricas de la vida humana conjunta, forman parte de la estructura metafísica del ser humano. p.277.

Por lo tanto, para dedicarse a la evolución de la cultura en el hombre, es muy conveniente estar familiarizado, con la antropología filosófica, en cuanto saber interpretativo de la existencia humana.


“Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gn 2,7). Desde el inicio, en la existencia del hombre, ha estado Dios, lo trascendente, quien le creó, lo crea del polvo del suelo, de los elementos ya existentes, del polvo de las estrellas, dicen algunos; ciertamente es así, igual la tierra también es esto, polvo interestelar, es y somos parte de lo creado, por lo Absoluto. Lo transforma al darle vida, al hacerlo imagen y semejanza de Él; y esto se refiere a la inteligencia y voluntad del hombre; inteligencia que la ciencia denota con sus estudios, y que viene a ser la diferencia, de éste con los demás seres del mundo. Aquí comienza todo para el hombre, y sigue un largo camino, que el hombre intenta comprender, pero que es claro para la Iglesia Católica, para los cristianos, que si bien, el hombre vivió un proceso, que algunos llaman evolución, en el estaba Dios, desde el origen del mismo, llevándolo a través de la historia con su Gracia Divina.


🕆S. José Ramiro Rondón





Referencias


MARIN H., La invención de lo humano Iberoamericana Madrid, 1997.


RUBIO, A., Antropología Filosófica, Universidad "Santo Tomás" Bogotá 1976.


CENCILLO, L., Curso de Antropología Integral, Madrid, 1971.


SAHAJUN L., Antropología del Siglo XX, Ediciones Sigueme S.A., España, 1976.


SHADAY SANTOS MORENO-LOPÉZ., La Condición Humana, según Erich Fromn, Pensamiento Papeles se Filosofía, México, 2016.


CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA., La Libertad del hombre, Ediciones Tripode, Caracas, Venezuela, 2008.


GAUDIUM ET SPES.




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