El Mal: Episodio N°6
- José Rondón
- 18 ago 2020
- 7 Min. de lectura
El Mal de Pena y el Mal de Culpa
Dado el título del tema, preguntemos primero: ¿Qué es el mal de culpa y el mal de pena? Y demos una vista general de cada uno de ellos. El concepto del mal de culpa, pertenece el que perjudique al agente en su acción, es decir, aquel que en su libre voluntad decide afectar a otro ser. La culpa, tiene más razón de mal que la pena, y no solo en la pena sensible, que consiste en la privación de bienes corporales, sino también son una determinada privación de la gracia, y de la gloria (Cf. S. Th. I, q.48, a 5 p. 484).
Al concepto del mal de pena, pertenece el que perjudique al agente en sí mismo, es decir, que por acción realizada recibe un mal, por su elección de perjudicar a otro ser. A esto debemos sumar diciendo, que el bien es objeto de la voluntad, por tanto, que el bien se da por el deseo, por la acción libre del agente, tras que el mal es una privación, que se encuentra en las criaturas racionales que poseen voluntad. Así pues, todo mal en las cosas provistas de voluntad, es pena o culpa (Cf. S. Th. I, q.48, a 5 p. 484)

Ahora bien, la tentación implica provocación para el mal, siempre es mal de culpa en el tentador. La acción del que actúa pasa a tener su defecto en el que la recibe. El tentado es inclinado al mal, por el tentador, que cae en la culpa. Por lo expuesto, se dice que el mal de culpa es, aquel actuar por parte de la persona que tienta, o realiza algún mal a su prójimo y de esta forma por la tentación, por la seducción la otra persona también se ve afectada por el mal dado en la tentación. Es de volver a mencionar, lo dicho por santo Tomás, que el mal no puede tener causa más que accidentalmente, pero al decir que el mal está en muchos, se está diciendo algo absolutamente falso; lo únicos en los que se da el mal natural, son la más pequeña parte de todo el universo; sólo en el hombre parece que se da el mal más a menudo.
Pero, en la tentación la persona tiene dos opciones una mala y otra buena, siempre es así, es de su elección tomar un camino u otro, pero por algún motivo busca tomar la mala (concupiscencia) tiene esa inclinación a lo malo; pero cometemos el mal de culpa, no porque no sepamos, no es por la falta de inteligencia, de las tres facultades que poseemos (libertad, voluntad, inteligencia); aún así, lo realizamos o caemos en la tentación de hacerlo, usando nuestra voluntad y nuestra libertad, puesto que nadie nos obliga a una cosa u otra, simplemente elegimos. Pero, muchos estarán exponiendo en lo referido, la actuación del demonio en el hecho de ser tentados, y ciertamente el demonio está allí, pero verdaderamente no se necesita del demonio para ser tentados, basta nuestra libertad, para hacerlo.

Sin dudar, al ocurrir una tentación ¿qué hacer? Rechazarla de inmediato, no permitir que se geste en nosotros la posibilidad de elegir lo malo, y de esta forma ocasionar el mal de culpa, porque una vez nos tome la idea se hacer lo malo, nos va a perseguir, va a tratar de que sea posible, va argumentar el que se lleve a cabo, y va a construir que se justifique el hecho de concretarlo. Pero ante lo expuesto, debemos saber que a pesar de todo el esfuerzo del mal, siempre nosotros tendremos la última palabra, y con la oración la tentación no tiene opción, desaparece, se va, no tiene oportunidad ante el hecho de centrarnos en lo divino, así que ante la tentación, si esta se muestra muy fuerte, ve a la oración.
Entonces, se dice que el mal de culpa, tiene más razón de mal, porque a partir del mal de culpa, se hace alguien malo, no a partir del mal de pena. Dionisio dice: "Castigar no es malo, sino el hacerse acreedor a la pena"; con ello, se dice que lo malo no es el castigo, sino el hacer lo malo que lleva a la imperfección y perdición de otros seres. Porque, si es por buena voluntad con la que el hombre utiliza bien lo que posee, se dice que es un hombre bueno; si es por mala, es llamado malo; pues quien tiene mala voluntad puede utilizar mal incluso el bien que tiene. (Cf. S. Th. I, q.48, a 6 p. 484).

La culpa consiste en el desordenado acto de la voluntad, y la pena en la privación de alguna de aquellas cosas que utiliza la voluntad. Por tanto, la culpa contiene una mayor razón de mal que la pena. Dios es el autor del mal que es la pena. Ejemplo: que los delincuentes sean castigados, por el orden de la justicia. Pero, Dios no es autor del mal que es la culpa; que esta en la acción que se lleva a cabo cuando no se tiene en cuenta la norma (Cf. S. Th. I, q.49, a 2 p. 485)
El mal de pena, priva de bien a la criatura. Ya se tomé el bien como algo increado (la ausencia de la visión divina priva al criatura de un bien increado). Resulta entonces evidente, que la culpa contiene mayor razón de mal que la pena. Esta lo que dice san Agustín en el libro Octoginta trium quaest: "Dios no es el autor del mal porque no es causa de la tendencia a no ser" (S. Th. I, q.49, a 2 p. 485).

Algunas cosas, que debemos tener presentes, a las cuales debemos estar atentos, son que el mal tiene causa indirecta, por lo que se refiere al agente, y no en cuanto tal. San Agustín en Contra Julianum, comenta:
El Señor llama árbol malo a la mala voluntad, y árbol bueno a la buena voluntad. De la voluntad buena no surge un acto moralmente malo, de la misma forma que de la voluntad buena se sigue un acto moralmente bueno. Sin embargo, el mismo movimiento de la mala voluntad, es causado por la criatura racional, que es buena. Así, es la causa del mal. (S. Th. I, q.49, a 1 ad 1 p. 485)
En lo confuso, que puede llegar a ser este tema, quiero aclarar algunos puntos que pudieran contradecir lo dicho anteriormente. Por ejemplo: se dice en Isaías 45,6-7: Yo el Señor, y no otro Dios, hago la luz y creo las tinieblas, hago la paz y creo el mal. Y en Amós 3,6 dice: ¿Habrá algún mal en la ciudad que no haya hecho el Señor? Ante lo claro que se manifiesta la Palabra de Dios, en cuanto a quien hace el mal, pareciera que se refiere al mal en general, pero no es así, aquéllas autoridades Isaías y Amós están hablando del mal de pena, no del mal de culpa. Entonces, el mal moral de culpa, no puede ser causado por Dios, ni directa, ni indirectamente (Cf. S. Th. I, q.49, a 2 p. 485).

Lo males físicos, no se puede decir que Dios, en cuanto causa del ser, los causa directamente, aunque, si pueda decirse que lo hace indirectamente. Debo recordar que el mal metafísico, es la condición de posibilidad de lo demás males: el mal físico y el mal moral. A continuación se presenta una objeción de santo Tomás, que dice: "El bien es causa del mal. Así, pues, como Dios es la causa de todo bien, se sigue que también el mal es causado por Dios" (S. Th. I, q.49, a 2 ob 2 p. 485).
Y en efecto, es así, el bien es la causa del mal, pero en la lógica de exponer que el Sumo Bien causa lo malo, es decir, se diga que Dios es la causa de lo malo, es donde se llega al error; y de esta manera definimos: El Sumo Bien es el principio, causa primera, y el bien es lo creado por Dios (Sumo Bien=Dios) puesto que Dios es causa del bien, pero no por ello es causa de lo malo, la causa de lo malo es el bien, del cual ya me referí, he allí la diferencia de lo expuesto. "Un artífice sabio (Dios) permite el mal menor para evitar el mayor. Ejemplo: el médico amputa un miembro para que no se corrompa todo el cuerpo" (S. Th. I, q.48, a 6 p. 484)

De esta manera, terminare de responder con la objeción anterior, con la respuesta de ella en la Suma Teológica:
El efecto de la causa segunda deficiente se reduce a la causa primera no deficiente por lo que tiene de identidad y perfección, no en lo que tiene de defecto. Ejemplo: todo lo que hay de movimiento en la cojera es causado por la fuerza motriz, pero lo que hay de defecto en ella no proviene de dicha fuerza, sino por estar contrahecha la pierna. Todo cuanto hay de identidad y de acción en la acción mala se reduce a Dios como a su causa. Pero, lo que hay allí de defecto no es causado por Dios sino que proviene de la causa segunda deficiente. (S. Th. I, q.49, a 2 ad 2 p. 485)
La reducción (reductio / per accidens) en este caso, atribuye, en última instancia, todo efecto a la causa primera, que es Dios. La distinción que Santo Tomás establece aquí evita que se atribuya a Dios el efecto malo, que además de finito, es un mal.
Ya de forma anterior, se habló de los grados de bondad, y hay que decir, que el primer grado de bondad, esta reservado a Dios, y a aquellos que habiendo entrado en su estado final, gozan de la visión beatífica. Pidamos las gracias divinas para salir victoriosos ante lo malo, debemos alejarnos del mal de culpa, del pecado que trae la muerte, y pidamos fortaleza para lograr los bienes espirituales (virtudes) que nos darán la santidad, y de esta manera gozar, y de ver con un corazón puro, a Dios cara a cara, y de esta forma contemplar como Él es, y el nos vea como nosotros somos.
🕆S. José Ramiro Rondón.
Referencias
Tomás de Aquino. Suma Teológica.
Nota: El presente artículo es el sexto de una serie, en relación al mal. Esto es, por lo extenso del tema, que aglomera miradas distintas al problema de lo malo.
Los mismos (los artículos, la mayoría) están sujetos al pensamiento de santo de Aquino, quien denota la filosofía/teología oficial de la Iglesia Católica, y por lo tanto su parecer con respecto al tema. El episodio que sigue al presente artículo es: Dios-Padre, Dios-Hijo y el Mal.
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