El Reino de Dios está entre nosotros y estará en la eternidad
- José Rondón
- 15 nov 2023
- 2 Min. de lectura
Reflexión de la Palabra
Lc 17, 20-25 (Jue-16’Nov)
El Padre Robert Barron, hoy obispo de los Ángeles en Estados Unidos, explicaba el ser de Dios, y decía que de Dios no se puede decir que está allí o acá, pues Dios, solo es; no se puede decir, Dios está allí y nosotros acá, Dios es aquel que es, y es inmanente a todo, pero al igual que Él, es el Reino, no se puede decir, que llegará, o que está aquí y allá, el Reino de Dios es, y está en medio de nosotros como lo está Dios, pero cuando hablamos del Reino nos referimos en esencia a lo que en efecto el mismo Dios es, y esto es el amor, es la mirada del amor de Dios y la acción de su misericordia. Es Yahveh entre su pueblo, curando a los leprosos como nos mencionaba las lecturas de ayer, a los cojos a los ciegos.
El Reino de Dios, es aquello que debe germinar en nuestro interior como el grano de mostaza y crecer, para dar cobijo a nuestro prójimo, dándole de aquello que también le hará crecer, la Palabra de Dios. El Reino de Dios, ya está aquí en medio de nosotros, es Dios hablándonos con su Palabra. Pero el Reino de Dios, tiene que ver con su venida, Jesús y el Reino van juntos, simplemente sin saber ni el día ni la hora llegará el Señor, como el fulgor del relámpago, para dar inicio a ese Reino que esta entre nosotros, pero que debemos hacer crecer como la semilla, o fermentar como la masa, y aquellos que hayan vivido el Reino de Dios en el mundo, lo vivirán con él en la eternidad, porque lo germinado, será el tesoro que tendremos para el cielo.
En resumen, vuelve a nosotros el amor, inevitable y siempre presente, el Reino es el amor entre nosotros (relación con el hombre) y con Dios (relación con lo Divino), que se eleva a lo alto y nos conduce a ser el hombre virtuoso, perfecto, justo, santo y nos asocia al plan de salvación para todos sus hijos. El Reino de Dios, llego a nosotros, para crecer y ser frondoso en beneficio de todos. ¡Venga a nosotros tu Reino! (Mt 6,10).

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